El papa Francisco murió este lunes en su residencia de la Casa Santa Marta, según anunció el Vaticano a través de un videomensaje difundido por el cardenal Kevin Joseph Farrel. El pontífice argentino tenía 88 años y atravesaba un delicado estado de salud que lo mantuvo internado en varias ocasiones.

Francisco falleció esta mañana, después de haber atravesado 38 días de hospitalización por una neumonía y una recuperación que parecía sorprendente durante la cual quiso estar entre su gente, hasta este fin de semana, cuando quiso dar un paseo en el papamóvil el Domingo de Pascua.

“Con profundo dolor tengo que anunciar que el papa Francisco ha muerto a las 7.35 (hora local) de hoy, el obispo de Roma ha vuelto a la casa del padre, su vida entera ha estado dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia y nos ha enseñado el valor del evangelio con fidelidad, valor y amor universal y en manera particular a favor de los más pobres y marginados”, expresó Farrel, y agregó: “Con inmensa gratitud por su ejemplo como discípulo del Señor Jesús recomendamos el alma del papa Francisco al infinito amor misericordioso de Dios Uno e trino”.

En el video, grabado en la capilla de la Casa Santa Marta, también se puede ver al secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, y al sustituto de la Secretaría de Estado, el venezolano Edgar Peña Parra.

Se marcha después de doce años de un pontificado intenso, no exento de problemas y contradicciones, pero que marcó un giro tan amplio, en el fondo y en la forma, que probablemente será difícil dar marcha atrás, según consigna la agencia ANSA.

Esta mañana, la Oficina del Presidente de la República Argentina lamentó el fallecimiento de Francisco, “el primer argentino en llegar a liderar la Iglesia Católica y conducirla con entrega y amor desde el Vaticano”. Más adelante en el comunicado, “el Presidente de la Nación acompaña en este triste momento a todos aquellos que profesan la fe católica y que encontraron en el Sumo Pontífice un líder espiritual”. Y concluye: “El presidente Javier Milei destaca la incansable lucha del Papado de Francisco para proteger la vida desde la concepción, promover el diálogo interreligioso y acercar la vida espiritual y virtuosa a los más jóvenes. Además, pone en valor su voluntad de llevar austeridad a la Santa Sede con sus gestos pastorales”.

El presidente Javier Milei asistirá al funeral de Francisco en el Vaticano que comenzará el próximo miércoles. Además, en Casa Rosada anunciaron que la agenda presidencial quedará suspendida por la muerte del Santo Padre.

La noticia se da a conocer tras la decisión del Gobierno de declarar siete días de duelo por el fallecimiento de Francisco. “Adiós. Con profundo dolor me entero esta triste mañana que el Papa Francisco, Jorge Bergoglio, falleció hoy y ya se encuentra descansando en paz”, expresó Milei a través de sus redes sociales, junto a una foto del sumo pontífice con la bandera argentina.

A pesar de diferencias que hoy resultan menores, haber podido conocerlo en su bondad y sabiduría fue un verdadero honor para mí. Como Presidente, como argentino y, fundamentalmente, como un hombre de Fe, despido al Santo Padre y acompaño a todos los que hoy nos encontramos con esta triste noticia”, completó.

 

Francisco, el papa argentino que revolucionó a la Iglesia Católica

El papa Francisco llegó el 13 de marzo de 2013, hace ya doce años, y su irrupción en la escena mundial quedó marcada por un simple pero poderoso “buenas noches”. Ese saludo inaugural, cargado de una humildad desarmante, ya anticipaba un cambio profundo y revolucionario.

Desde aquel día, Jorge Mario Bergoglio asumió la conducción de la Iglesia y emprendió un camino valiente, abriendo las puertas a “todos, a todos, a todos”, sin preocuparse demasiado por ese sector del catolicismo reticente a las transformaciones. Lo hizo luego del impacto que provocó la histórica renuncia de Benedicto XVI, pero fue capaz de mirar hacia adelante con una decisión que pocos imaginaban posible, recuerda la agencia ANSA.

Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, hijo de inmigrantes piamonteses, Mario, su padre, trabajaba como contador en los ferrocarriles, mientras que su madre, Regina Sivori, se dedicaba a la crianza y educación de sus cinco hijos. Tras graduarse como técnico químico, optó por el sacerdocio e ingresó al seminario.

En 1958 inició el noviciado en la Compañía de Jesús, lo que marcó el comienzo de una extensa trayectoria de servicio en la Iglesia. Con el tiempo, llegó a ser cardenal arzobispo de Buenos Aires y, desde 2013, el Papa número 266 de la Iglesia Católica.

Su pontificado se distinguió por abrir las puertas a los divorciados, a los homosexuales, y por reivindicar el rol de la mujer en la Iglesia, otorgándole un lugar que durante siglos estuvo reservado solo a los cardenales. A eso se sumó su impulso a una Iglesia “en salida”, comprometida con los más vulnerables: los migrantes, que ocuparon un lugar prioritario en su mensaje, y los pobres. Inspirado en ellos eligió un nombre inédito entre los Papas: Francisco, como el santo de Asís, otro revolucionario en su época, sintetiza la agencia ANSA.

Fue el primer Papa en llevar ese nombre, pero también el primero jesuita, el primero americano y el primero no europeo en más de mil doscientos años. Llevó hasta Roma la experiencia de una Iglesia comprometida con los más olvidados de las villas y barrios postergados de Buenos Aires. Las “periferias”, tanto geográficas como existenciales, definieron el tono de su pontificado.

Rechazó instalarse en el Palacio Apostólico y eligió vivir en la Casa Santa Marta. Renunció a la pompa litúrgica, desafió tradiciones arraigadas y designó como cardenales a pastores que trabajaban en los lugares más recónditos del planeta, desde Mongolia hasta Papúa Nueva Guinea. “Lavemos los pies de los presos, de los migrantes, de los transexuales, y hagamos que el espacio vaticano se convierta en un refugio acogedor para tantas personas sin hogar en Roma”, propuso.

El pueblo fue siempre el motor de su papado, y nunca escatimó esfuerzos. Ni siquiera ahora, a sus 88 años, enfrentando los achaques de la edad. Llevaba casi dos meses con una bronquitis que le dificultaba hablar y lo dejaba sin aliento. Sin embargo, siguió adelante y celebró misa en la plaza, aun con fiebre, virus y tos.

Bergoglio deja una Iglesia distinta, quizá más fragmentada. Se ganó el cariño de quienes estaban alejados de la fe o nunca habían pisado una iglesia, en contraste con los católicos que se formaron bajo figuras más tradicionales como Juan Pablo II o Benedicto XVI.

“Veo claramente que lo que más necesita la Iglesia hoy (dijo en 2013 en su primera entrevista) es la capacidad de sanar las heridas y reconfortar los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña después de una batalla. ¡Es inútil preguntarle a un herido grave si tiene el colesterol y el azúcar altos! Hay que sanar sus heridas. Luego podemos hablar de todo lo demás. Sanar las heridas, sanar las heridas… Y debemos empezar desde abajo”, completa su semblanza ANSA.