Los argentinos consumen más del doble de sal de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) como óptimo, ya que la ingesta elevada de sodio es el principal factor de riesgo de aumento de la presión arterial, causante de enfermedades cardio y cerebro vasculares y renales.

En el marco de la Semana Mundial de Concientización sobre el Consumo de Sal, el ministerio de Salud de la Nación recordó que el consumo de sal diario en Argentina es de 11 gramos por persona, cuando la OMS recomienda un máximo de 5 gramos. Y el 70% de la ingesta de sodio proviene menos del salero que de alimentos procesados y ultraprocesados como panificados, embutidos, enlatados, congelados, quesos, caldos, sopas y envasados en general.

Por eso,  en enero del año pasado se reglamentó la Ley Nacional N° 26.905 de Regulación del Consumo de Sodio, que plantea la reducción progresiva de la sal contenida en los alimentos procesados; regula la fijación de advertencias en los envases sobre los riesgos del consumo en exceso de sal; promueve la eliminación de los saleros en las mesas de los locales gastronómicos; fija el tamaño máximo para los envases individuales en los que se vende sal -que no pueden superar los 500 miligramos- y establece sanciones a los infractores.

Fuera de las regulaciones, los cambios de hábitos en la alimentación son clave para reducir el consumo de sodio. Algunas prácticas como aumentar el consumo de alimentos naturales y preparados en el hogar, reducir el uso de sal en la cocción, reemplazar la sal por otras especias y hierbas para condimentar y evitar el salero en la mesa, mejoran la salud y previenen enfermedades.

Además, se aconseja evitar agregar sal en la preparación de alimentos para bebés, niños y niñas con el objetivo de que el paladar de los más chicos se adapte al reconocimiento de los sabores naturales de los alimentos.

Datos de la tercera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en 2013 en Argentina muestran que el 34% de la población mayor de 18 años se reconoce hipertensa. La encuesta también mostró una reducción en la utilización de sal de mesa después de la cocción o al sentarse a la mesa, pasando de 25% en el 2005 a 17% en 2013. Además el 82% de la población se realizó controles de presión arterial. Si bien estos datos son positivos, la hipertensión arterial constituye un grave problema de salud pública que requiere dar continuidad y profundizar las políticas públicas vigentes así como también fortalecer la concientización de la población sobre la necesidad de reducir el consumo de sal.