Rusia se apresta hoy a confirmar a Vladimir Putin en el poder para un cuarto mandato, en un momento en que el país enfrenta un creciente aislamiento por el caso de un exespía ruso envenenado y por una nueva ronda de sanciones estadounidenses.

Acusado por Londres de haber “ordenado” el envenenamiento de un exespía en el Reino Unido, vilipendiado en la ONU por su apoyo a Bashar al Asad en Siria y confrontado a nuevas sanciones en Estados Unidos por las acusaciones de injerencia en las elecciones de 2016, Putin enfrentó en la última semana de campaña una ola de críticas de una intensidad sin igual.

Los desmentidos, los cruces de acusaciones y las amenazas de represalias recíprocas marcaron la semana y son el resumen de un mandato en el cual Rusia retornó a la escena internacional, en un clima con tintes de Guerra Fría con el conflicto en Siria, la anexión de Crimea y la insurrección en el este de Ucrania llevada a cabo por separatistas apoyados por Moscú, según Kiev y Occidente.

Pero, Putin, terminó la campaña reuniéndose con los agricultores en el sur, pronunciando un discurso de dos minutos en un concierto en Crimea y tomándose selfies con los jóvenes.

Con una intención de voto cercana al 70% según las últimas encuestas, el hombre fuerte de Rusia, elogiado por haber devuelto la estabilidad al país tras la caótica década de 1990, aunque según sus detractores a costa de las libertades individuales, no tiene de qué preocuparse.

Según todas las previsiones, Putin, de 65 años, debería confirmarse en el poder hasta 2024, un cuarto de siglo después de ser designado sucesor de Boris Yeltsin.

Desde la península de Kamtchatka en el este al enclave de Kaliningrado al oeste, los 107 millones de electores de este inmenso país con once husos horarios, comenzó ayer y las urnas cerrarán hoy.