Una semana después de que se declarasen los dos gigantescos incendios que siguen activos en el norte y sur de California, Estados Unidos, se hallaron ya 66 cadáveres y se duplicaron los desaparecidos a 631, mientras los bomberos han logrado ganar algo de terreno a las llamas en las últimas horas.
El condado de Butte, en el norte del estado, donde arde el incendio bautizado como «Camp Fire», que con 63 víctimas mortales -siete nuevas hoy- ya es el más mortífero de la historia californiana, actualizó anoche la lista de personas desaparecidas hasta alcanzar las 631. Son más del doble de las que aparecían por la mañana y casi cinco veces más que el miércoles.
Autoridades dijeron que los otros tres muertos se produjeron en el otro gran siniestro que se registra en el sur del estado, cerca de Los Ángeles, y donde las autoridades no han informado que haya ninguna persona sin localizar, informó la agencia de noticias EFE. La mayoría de los desaparecidos reside en la población de Paradise, de 26.000 habitantes y que fue completamente consumida por por las llamas.
La localidad se encuentra en la falda de la Sierra Nevada estadounidense, con un clima seco y soleado que en el último medio siglo ha atraído a muchos jubilados, lo que ha hecho que la población se triplicase en 50 años. La mayoría de la gente que aparece en la lista de desaparecidos tiene más de 60 años.
Los bomberos, por su parte, lograron avanzar durante las últimas horas hasta contener la llamas en un 40%, después de un par de días en los que los esfuerzos habían estado prácticamente estancados a causa de las condiciones meteorológicas desfavorables. De acuerdo con los cálculos más recientes, el «Camp Fire» ha quemado un total de 10.321 edificios (8.650 de ellos hogares particulares) y arrasado 56.655 hectáreas.
Pese a que el origen de ambos fuegos sigue siendo desconocido y las autoridades mantienen abiertas sendas investigaciones, algunos de los afectados en el norte del estado han presentado una demanda contra la mayor compañía proveedora de gas y electricidad del estado, Pacific Gas & Electric Co. (PG&E).
PG&E reveló la semana pasada que detectó un «problema» en una línea de alta tensión cercana al área donde se declaró el incendio solo unos minutos antes de que se iniciasen las llamas. El gobernador de California, Jerry Brown, y el secretario de Interior estadounidense, Ryan Zinke, visitaron esta semana la zona afectada y prometieron auxilio estatal y federal para ayudar en las tareas de recuperación.