El líder camionero afirmó que «algunos son siempre oficialistas y no van a cambiar». Ocurre mientras se acumulan los jefes sindicales que le dan espalda. Dijo que no tiene «nada que explicar en la Justicia».

Hugo Moyano está más solo. Y está enojado. O así se mostró en un evento de la AFA que, a priori, invitaba a la buena onda. A metros de la escultural embajadora rusa del Mundial 2018, Victoria Lopyreva, el jefe camionero y presidente de Independiente disparaba munición gruesa verbal contra todos: el Gobierno y los sindicalistas que decidieron quitarle el cuerpo a la marcha del 21 de febrero.

«Al Gobierno le conviene una CGT subordinada y esto es lo que está logrando», descerrajó, en una mezcla de bronca, impotencia y desdén contra los que anunciaron que no participarán de la movilización por el centro porteño, que por ahora se nutre de gremialistas y partidos identificados con Cristina Kirchner y con sectores de la izquierda dura.

En las últimas horas hubo una baja resonante que le metió más presión a una convocatoria que venía recogiendo solamente adhesiones incómodas.

Luis Barrionuevo envió señales claras de que no estaba dispuesto a marchar junto al kirchnerismo, un espacio político que el gastronómico siempre combatió y al que no está dispuesto a volver, por más roces que tenga con el presidente Macri.