La protesta en Francia contra el alza de los combustibles y la política fiscal de Emmanuel Macron continúa hoy, aunque con menos intensidad. Según el Ministerio del Interior, se producen acciones de bloqueo o perturbación del tráfico en unos 150 puntos del país, sobre todo en autopistas.
La revuelta de los chalecos amarillos, también bautizado ya como el “movimiento del 17 de noviembre”, prosigue en Aviñón, Lyon, Caen, Rennes, Cannes y Fréjus, entre otras ciudades. La pretensión de una parte de los activistas es mantener el pulso de manera indefinida. Según un nuevo balance oficial, las manifestaciones y bloqueos se saldaron con una muerte –de una mujer, que fue atropellada- y 409 heridos, 14 de ellos graves. Hubo casi 300 detenciones.
Las movilizaciones no han hecho cambiar de opinión al Gobierno. En una entrevista con el diario ‘Le Parisien’, el ministro para la Transición Ecológica y Solidaria, François de Ruby, insistió en que no se alterará “la trayectoria prevista” en materia de fiscalidad ecológica. Según De Rugy, es absolutamente indispensable cambiar el modelo de transporte y energético, dejando atrás la dependencia del petróleo.
El abandono de los motores diésel -que son mayoría en Francia- es también una prioridad, dado su carácter muy contaminante. No hay marcha atrás, pues. Darla sería, para el ministro, “una inconsciencia”. Macron, que estaba ayer en el Elíseo cuando los manifestantes se acercaron peligrosamente al palacio y hubieron de ser dispersados por las fuerzas antidisturbios con gases lacrimógenos, ha permanecido hasta ahora en silencio.
Macron ha mantenido su programa previsto. Hoy está en Alemania para un acto oficial de recuerdo a las víctimas de las guerras y de las tiranías, y está previsto que hable ante el Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán, además de entrevistarse con la canciller Angela Merkel.
Según una encuesta de ‘Le Journal du Dimanche’, la popularidad de Macron ha caído al 25%, la cota mínima desde que fue elegido presidente, cuatro puntos menos que en el anterior sondeo. Para el primer ministro, Édouard Philippe, el descenso ha sido aún más acusado, ha pasado del 41% al 34%.
Fuente: La Vanguardia.