Más de 3.200 centroamericanos de una caravana de migrantes se encuentran en Tijuana en medio de expresiones hostiles de sus habitantes, sin fecha para solicitar refugio a Estados Unidos y algunos desesperados al grado de querer lanzarse a cruzar la barda fronteriza sin importar las consecuencias.
Cientos de personas se arremolinaban en una confusa fila en el paso fronterizo de El Chaparral. La mayoría eran migrantes de distintas nacionalidades que tienen meses esperando para pedir asilo a Estados Unidos, pero también se mezclaban decenas de centroamericanos que arribaron en la caravana.
Pero el proceso es lento ya que las autoridades estadounidenses en un buen día reciben 90 personas en promedio. Este viernes anunciaron que serán 30. En la lista de espera había inscritas 1.407 personas, solo 80 de la caravana pues hay suspicacias entre estos centroamericanos, que huyen de la pobreza y la violencia en sus países.
«Inscribir y procesar los casos de todos los que vienen en la caravana va a llevar meses o años», dijo un voluntario que asiste al grupo Beta -organismo gubernamental de rescate a migrantes-, pero que pidió el anonimato.
El presidente estadounidense Donald Trump calificó a los miembros de la caravana como integrantes de una «invasión», dispuso el envío de hasta 9.000 soldados a su frontera sur y advirtió que solo aquellos que crucen por un punto oficial podrán pedir refugio.
«Si nos mata, va a tener problemas con otros países», aseguró un miembro de la caravana. «No nos da miedo, estamos dispuestos a lo que sea, a morir a vivir o lo que sea. Porque cuando tú vives en la pobreza, bajo extorsión, vale más morirte que vivir», agregó.