¿Declarar la independencia de Cataluña o renunciar para mantener abierta la puerta al diálogo? El dilema del presidente regional Carles Puigdemont mantiene este martes en vilo a España, que vive su peor crisis política en décadas.
A partir de las 18 horas locales, Puigdemont comparece ante el parlamento regional por primera vez desde el referendo prohibido del 1 de octubre, que su gobierno consideró vencido por los independentistas a pesar de la baja participación.
El contenido de su discurso es una incógnita: inicialmente prometió declarar la secesión como colofón a la escalada con el gobierno central de Mariano Rajoy, firmemente opuesto a permitir una consulta legal reclamada por una amplia mayoría en la región.
Pero las presiones nacionales e internacionales, así como la incertidumbre económica, podrían moderar la postura de Puigdemont que busca una mediación internacional para solucionar el conflicto.
En juego está el futuro de un territorio estratégico para España, con una superficie similar a la de Bélgica, con un 16% de su población y un 19% de su Producto Interior Bruto. Y desde Madrid, no piensan quedarse con los brazos cruzados.
«Si este señor declara unilateralmente la independencia, habrá que tomar medidas», advirtió el lunes la vicepresidenta del gobierno central Soraya Sáenz de Santamaría.
Sobre la mesa está la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que prevé la suspensión del autogobierno de Cataluña, restaurado tras la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), o incluso decretar un estado de emergencia en la región.