El 76% de los chicos/as entre 2 y 17 años “picotea”, es decir, come entre horas sin una planificación. Esta tendencia se incrementa a medida que los chicos/as ganan autonomía en la provisión de alimentos. Casi el 80% de los adolescentes adquirió ese hábito, que se describe como una comida desordenada, poco saludable y que puede generar como consecuencia la ganancia de peso.

Esta es una de las conclusiones a las que arribó la Universidad Católica Argentina (UCA) a través de la denominada Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA), que ofrece un diagnóstico de los hábitos y prácticas de los niños y sus familias en relación con los hábitos alimentarios.

A partir de esta nueva publicación, es fácil advertir que la principal comida en familia que tienen los hogares argentinos es la cena y que la gran mayoría de los chicos entre los 2 y los 17 años mientras comen “conversan con sus familiares o pares” y “miran televisión” (93% y 81%, respectivamente).

En menor medida, juegan o usan el celular y mucho menos habitual es usar la computadora o jugar con videojuegos. Sin embargo, estos datos presentan diferencias según la edad de los chicos. Por ejemplo, los que tienen entre 13 y 17 años usan más la computadora mientras comen que los que tienen entre 5 y 12 (14,8% y 9,5%).

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Asimismo, el uso del celular durante las comidas aumenta a medida que asciende el estrato social, lo que representa un 22,6% en el estrato muy bajo y un 32,7% en el medio alto. Lo común a todas las infancias es conversar y mirar televisión, pero jugar es propio de más pequeños, mientras que el uso del celular lo es en los adolescentes (48,9% y 51,4%, respectivamente).

En cuanto a qué comen en el recreo escolar, se observa que un 57,7% lleva los alimentos desde su casa, un 25,7% los compra en el kiosco del establecimiento escolar y a un 18,6% se lo dan de forma gratuita en la escuela.

El alimento más elegido para consumir en la escuela son las galletitas dulces y barras de cereal, tanto en el estrato medio alto y como en el muy bajo (52,5% y 39,5% respectivamente).

Respecto de la adquisición de los hábitos alimentarios, el 86,1% los adquiere en la casa, el 35,6% en la escuela, el 8,5% por medio de un médico y el 4,2% gracias a los familiares.

Respecto de la adquisición de los hábitos alimentarios, el 86,1% los adquiere en la casa, el 35,6% en la escuela, el 8,5% por medio de un médico y el 4,2% gracias a los familiares.

Es alto el porcentaje de padres que informan a los niños sobre los alimentos que les ofrecen (casi 67%). En paralelo, el 77,4% de los padres estimula a los niños para comer todo lo que se les sirvió en el plato, aunque el 53,5% responde que no prepara los alimentos junto a los niños/as. Casi el 70% suele obligar a los niños a comer lo que se preparó aunque no les guste tanto.

El Presidente de la Fundación Cardiológica Argentina, Jorge Tartaglione resaltó el importante rol de los padres en la enseñanza de una alimentación saludable, con el fin de revertir el sobrepeso y la obesidad que hoy en día conforman una epidemia: “Esta alimentación saludable debe implicar un aprendizaje con el fin de que los niños mismos sean los que hagan mejores elecciones en términos de nutrición. Una alimentación saludable desde el comienzo de la vida contribuirá a reducir la incidencia de enfermedad cardiovascular en la adultez, que hoy constituye la primera causa de muerte”, sostuvo.