Sin duda alguna, las últimas semanas no han sido las mejores para Monsanto. Sólo días después de que el Tribunal Superior de San Francisco (Estados Unidos) determinara que el gigante de agroquímicos debía indemnizar con US$89 millones a un granjero que aseguraba que su cáncer terminal se debía a la exposición a uno de sus herbicidas con glifosato, Monsanto volvió a recibir otro golpe.

La organización Grupo de Trabajo Ambiental (EWG) publicó un minucioso informe advirtiendo que de 45 muestras de productos de avena analizados, 31 de ellas, casi el 70%, tendrían niveles de glifosato por encima de los recomendados a menores. Es decir, más de 0,01 miligramos por día.

El glifosato es el compuesto activo de Roundup, un herbicida vendido por Monsanto y el más usado en el mundo. El problema es que el glifosato fue catalogado como una sustancia probablemente cancerígena por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), un organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud, en 2015.

Lo que quiso hacer EWG fue mirar qué tanto de esta sustancia llegaba a nuestro desayuno cuando comemos productos de avena. Puntualmente, la organización mandó a analizar en un laboratorio privado más de una docena de marcas de alimentos a base de avena divididos en cinco tipos de productos: granolas, avenas instantáneas, cereales de avena, snacks de granola y avena entera, encontrando que de las 45 muestras, sólo dos no tenían ningún rastro de glifosato, mientras que en 31 el compuesto activo se encontraba por encima de lo recomendado. Lo sorprendente, además, es que de los 16 productos orgánicos analizados, cinco de ellos sí tenían glifosato, aunque no en altos niveles.

El reporte explica que el producto que dio el nivel más alto de glifosato fue la Avena Quaker Old Fashion, con más de 1.000 partes por mil millones (ppb), cuando lo recomendado por la organización es que no supere los 160 ppb en niños. Después le siguen tres muestras de los cereales Cheerios, con entre 470 ppb y 530 ppb. Por otro lado, 12 muestras dieron un porcentaje de glifosato por debajo de lo recomendado, y sólo en dos no se detectó el compuesto activo (ver gráfico).

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En cuanto a las tres marcas orgánicas estudiadas, las cinco muestras en las que se encontró glifosato, aunque no a niveles peligrosos, correspondieron a dos productos de avena: Bob’s Red Mill y Nature’s Path.

Pero si se trata de productos orgánicos, ¿cómo es que tienen glifosato? Una teoría es que el herbicida se desplaza por corrientes de agua de unos campos a otros. Por lo menos, esto fue lo que explicó la marca Nature’s Path cuando fue cuestionada por EWG: “Si bien las certificaciones de agricultura orgánica prohíben el uso de glifosato, los productos orgánicos no siempre terminan libres de su residuo. Si bien esta noticia puede ser decepcionante, no es del todo sorprendente. El uso de glifosato se ha disparado en la última década y este mantiene la capacidad de adherirse al agua y a las partículas del suelo como para viajar a granjas orgánicas cercanas”.

Aunque el estudio realizado por EWG no es oficial, sí podría ser un adelanto de lo que sucederá cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) libere una investigación que lleva realizando por dos años en la que se están buscando trazos del glifosato de alimentos. Así no sea publica aún, la organización US Right to Know logró obtener la respuesta de que se trataba de una “alta cantidad”.

Multinacionales como Bayer, empresa que compró Monsanto, se han mantenido como asiduos defensores de que el glifosato no es perjudicial para la salud. Incluso después de haber perdido el juicio contra el granjero de San Francisco, la farmacéutica alemana anunció que no suspenderá la producción de glifosato: “Basándose en pruebas científicas, evaluaciones reglamentarias a escala mundial y décadas de experiencia práctica del uso de este, Bayer estima que es seguro y no cancerígeno”.