Lo que había comenzado como una denuncia anónima en redes sociales, llegó a desentrañarse cuando el actual titular del INCAA, Ralph Haiek, detectó que el gerente de Asuntos Internacionales, Bernardo Bergeret, habría sido el responsable de supuestas irregularidades millonarias. Es por eso que definió despedirlo, iniciar un sumario administrativo y hasta realizar una denuncia en la Oficina Anticorrupción. Es más, hasta determinó cesar los pagos y frenar las órdenes de compra que había dispuesto el ejecutivo del organismo.
Según relata Clarín, Haiek detectó irregularidades en la contratación directa de materiales gráficos destinados para los principales festivales de renombre de todo el mundo, siendo que tan solo entre enero y abril de este año, habrían tenido un costo de 6.487.600 de pesos. En ese sentido, uno de los ejemplos sería el de la impresión de 20.000 trípticos para distribuir en los festivales de Cannes y Berlín, una cifra que, según los conocedores, es «imposible» de repartir.
La investigación tuvo como
punto de partida una denuncia
anónima en la que mencionaba
gastos de papelería y merchandising
con valores «inflados».
Además de resolver la salida de Bergeret, que era funcionario desde hace 10 años, el titular del INCAA le rescindió el contrato de Sandra Menichelli, abogada del organismo responsable en el asesoramiento en materia de compras; y suspendió por 30 días a Alejandro Righini, quien coordinaba la Gerencia de Internacionales, el cual era el responsable de hacer «los pedidos de contratación irregulares».
Siguiendo con ese tono, Haiek inició un sumario administrativo y realizó una denuncia ante la Oficina Anticorrupción. Además, suspendió los «pagos pendientes» y las «órdenes de compra» de 5 empresas «hasta que concluyan las averiguaciones administrativas pertinentes», según la Resolución del INCAA firmada por Haiek.
La investigación tuvo como punto de partida una denuncia anónima, que inició el 11 de mayo, en redes sociales y que llegó hasta las autoridades del INCAA. En ese mensaje, se mencionaban expedientes puntales, con gastos en afiches, trípticos, postales y todo tipo de merchandising destinado a festivales internacionales, los cuales tenían presuntas cantidades «infladas», y que tenían costos inferiores a los 500 mil pesos, siendo que con esta estrategia se evitaban los llamados a licitación.