Las tareas de rescate del pequeño Julen, el niño de dos años que el domingo por la tarde se cayó a un pozo de más de 100 metros de profundidad en la localidad de Totalán, en Málaga, España, siguen sin desmayo.
Pese al tiempo transcurrido, los servicios de rescate se afanan por segundo día consecutivo para excavar de forma rápida y segura una vía alternativa que llegue hasta el menor, aunque el paradero exacto en el orificio aún es un misterio.
Una cámara que ha sido bajada hasta casi 80 metros en el hoyo ha localizado la bolsa de chucherías que llevaba el niño, que se precipitó por el estrechísimo brocal cuando corría a apenas dos o tres metros de sus padres, y un tapón de arena que impide profundizar más.
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Los especialistas están extrayendo esa tierra por succión, mientras van poniendo en práctica de forma paralela las tres vías posibles para intentar llegar al niño y sacarlo sano y salvo. Los padres, que hace apenas dos años perdieron a otro hijo pequeño por un infarto súbito, siguen sobre el terreno las tareas de rescate. Pero de Julen, de momento ni rastro.
El delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, dijo este martes que «no se baraja» otra hipótesis que no sea que el menor de dos años se encuentre en el pozo de más de cien metros de profundidad en Totalán, y en esto están concentrados las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y las empresas colaboradoras.
Los equipos de rescate para hallar al niño Julen, comenzaron a abrir un túnel lateral de unos 80 metros, aprovechando la pendiente de la montaña, para intentar llegar a la zona donde se supone que se encuentra el pequeño, ha informado la subdelegada del gobierno en Málaga,
Los trabajos empezaron a las siete de esta mañana, después de que los equipos de rescate llevan horas succionando la tierra bajo la que podría encontrarse el niño de dos años, y dado que las máquinas empleadas han encontrado una masa compacta que no se puede sacar, a unos 73 metros de profundidad.
Tragedia familiar
Los padres de Julen, el pequeño que buscan en un pozo de Málaga desde el pasado domingo, vivieron hace algo menos de dos años otra tragedia familiar. Según relatan los vecinos de la barriada de El Palo, donde residen, en la primavera de 2017 falleció su otro hijo, Óliver, cuando apenas tenía tres años. Ocurrió mientras paseaba por la playa paleña junto a sus padres y murió.