El subalférez Emanuel Echazú reconoció ante la Justicia Federal, en su declaración del 16 de septiembre, que atravesó un momento en blanco que le impide recordar quién le devolvió la escopeta antitumulto Batan 12 milímietros con la que se lo observa regresando, en una imagen, del río Chubut el 1 de agosto. Es el día en que, según testigos, desapareció Santiago Maldonado en el marco de un operativo de Gendarmería Nacional en Cushamen.
El efectivo relató que recibió un piedrazo segundos antes de entrar al predio. Fue cerca de las 11,15. Según su relato, en estado de conmoción avanzó hacia la orilla donde ya estaban ubicados algunos de sus compañeros, entre ellos, el escopetero Rafael Zoilán y el sargento Juan Carlos Pelozo, ambos del Escuadrón 35 de El Bolsón. Con esto, Echazu descarta haber recibido heridas en el campo y confirma que no fue el primer gendarme en alcanzar el curso de agua. Echazu se desprende de la sospecha que lo indicaba como quien habría mantenido una lucha con Maldonado. Por otro lado, detalla que estuvo entre las 17 del 1 y las 5 de la mañana del 2 de agosto junto a otros 23 gendarmes apostado en la ruta 40, al concluir el operativo en Pu Lof. Explica así el porqué volvió a su escuadrón a la madrugada siguiente y qué hizo en esas 12 horas. Echazu fue quien elaboró el acta del procedimiento en el territorio ocupado.
“Momento antes de ingresar, recibo el golpe. El mismo golpe me hace girar el cuerpo y me deja mirando hacia la ruta (…) me dejo aturdido un momento. Así que me dirijo caminando hacia la ruta, y ahí es cuando lo cruzo, alguien, me acuerdo alguien pasó hacia mi izquierda y no me acuerdo quién es, pero me dijo tenés cortado. Cuando estoy caminando hacia la ruta, es cuando yo entrego mi armamento al Cabo Primero Yañez, que es el otro efectivo que resultó herido”, comienza su relato el subalférez. “Esperaba desmayarme o quedarme inconsciente pero como vi que no, que en ningún momento me desvanecí ni perdí el conocimiento, decidí volver”, agrega.
Extrañamente Echazu observa cómo un enfermero atiende a Yañez que tenía una herida en la cabeza, mientras que nadie repara en él, que llevaba sangre en su mejilla.
Después explica sus movimiento en el Pu Lof. “Ingreso caminando, a esto todavía estaba un poco aturdido, por el golpe. Cuando atravieso la tranquera ya empiezo a apurar el paso, no corriendo pero apurando el paso (…) veo personal de la fuerza que estaba ya pasando la casilla (…), ya había personal nuestro que estaba a la altura de las vías más o menos”, dice. El dato es importante porque establece una distancia de entre 150 y 200 metros respecto de sus compañeros.
“Sigo caminando hacia el río, y cuando llego a la pendiente me quedo un momento para observar el panorama”, detalla. “Ahí es el momento cuando, eso es lo que no me acuerdo, quién me entregó el armamento que yo tenía, yo recupero mi armamento, antes de descender hacia el río”, cuenta. “Otra persona me entrega el (arma)…no era Yañez porque Yañez en ningún momento ingresa al predio, era otro efectivo que le digo no recuerdo, porque era un momento de corridas, de tensión y en algún momento yo recibo la escopeta. Me preguntaron, trato de acordarme pero no recuerdo quién me entregó la escopeta”, completa. “Me voy hasta la orilla del río, al que lo encuentro ahí abajo es a el cabo Zoilán (…) entablamos una conversación yo le preguntaba: “por dónde se fueron, por dónde” (…) Yo estaba en la orilla, tratando de divisar alguno desde donde se venían las voces y no pude divisar a alguno, a ninguno”, subraya. “Me vuelvo hacia arriba por la pendiente”, concluye.