Un tifón de gran magnitud golpeó con violencia la mitad occidental de Japón, y provocó la muerte de al menos 7 personas, mientras que otras 200 resultaron heridas, como consecuencia de las precipitaciones torrenciales, el desborde de ríos, un fuerte oleaje que invadió costas y puertos, y vientos huracanados que superaron los 210 kilómetros por hora.
Las fuertes ráfagas también arrancaron fragmentos de techos y de fachadas de numerosos edificios en ciudades como Kioto u Osaka, y voltearon centenares de automóviles e incluso camiones y autobuses.
En Osaka, el aeropuerto internacional de Kansai quedó repentinamente inundado, lo que causó la cancelación de 205 vuelos y dejó a unos 3.000 pasajeros atrapados dentro de una terminal donde se vieron obligados a pasar la noche, según confirmó a Efe un portavoz del aeródromo.
El oleaje desencadenado por el tifón provocó que el nivel del mar se elevara en 2,4 metros en la Bahía de Osaka, donde se encuentra este aeropuerto, el tercero con más tráfico aéreo del país tras los de Haneda y Narita (Tokio).
En la prefectura de Osaka y otras de la misma zona se desaconsejó hoy todo tráfico urbano e interurbano, aunque esto no evitó que el viento volcara y arrastrara un centenar de vehículos en un aparcamiento de la localidad Nishinomiya, causando un incendio de gran escala.
La Guardia Costera nipona también informó de varias decenas de barcos a la deriva en la Bahía de Osaka que perdieron su anclaje por la marejada. Además, se quedaron temporalmente sin luz 1,61 millones de hogares en la región de Kansai y otros 95.000 en la isla de Shikoku.
Se prevé que el tifón avance durante las próximas horas hacia el norte por la costa occidental del país hasta alcanzar la isla septentrional de Hokkaido, y pese a que su intensidad disminuirá, la mayor parte del país permanece en alerta ante el riesgo de inundaciones y corrimientos de tierra.